viernes, 13 de abril de 2018


Duelo para hijos no nacidos:

Ya hemos hablado de la importancia que tiene la información dentro del árbol familiar. Nosotros, lo que nos rodea, todo, es energía, energía en forma de información. La energía ni se crea ni se destruye sino que se transforma de estado. Creer que mantener algo en secreto y callar por el beneficio de otros pensando que si no saben algo es mejor para ellos, es una equivocación, la información nunca se pierde y siempre se manifiesta.
Los secretos del árbol siempre terminan por aflorar, solo que lo hacen de maneras que no llegamos a correlacionar con aquellos hechos, más si éstos se han mantenido en secreto y los desconocemos. Así es como encontramos enfermedades, síntomas, situaciones conflictivas en las vidas de los descendientes.
Como muchas otras circunstancias en el árbol se suelen callar las muertes de niños muy pequeños, recién nacidos o los que no nacieron (un aborto provocado o no, es lo mismo para el inconsciente que no distingue entre ellos).
Estos niños no nacidos, fallecidos apenas nacer o nacidos muertos, se mantienen en un secreto familiar. El hecho de mantener el secreto para no hablar de ello y no remover el dolor, hace que la madre pase por una situación traumática con sentimiento de soledad, de no ser oída, de no poder expresar sus emociones, por lo que el duelo correspondiente se ve truncado en un proceso que en otras circunstancias aunque doloroso podría realizarse con normalidad. Esta carga de información del niño no nacido queda “latente” a la espera de que alguien más se haga cargo de ella. Dado que se ha perdido a un miembro de la “tribu” familiar lo habitual es que la biología busque un reemplazo del  miembro perdido y es cuando tiene lugar un nuevo embarazo. Claro que éste nuevo ser no solo va a tener su propia información sino también la de aquel que no llego a expresarla por motivos de su muerte.
La madre que no ha podido realizar correctamente el duelo anterior, durante el nuevo embarazo recrea todo el miedo, dolor y sufrimiento que vivió en el embarazo anterior, información que queda plasmada en el inconsciente del nuevo ser. Este nuevo hijo nacerá con su propia información más una mochila extra de información, en BNE se conoce normalmente con el nombre de Fantasma. En realidad es una carga de información no otra cosa, pero esa información puede manifestarse en el niño con síntomas por ejemplo de bruxismo, problemas con el sueño, posturas no habituales a la hora de dormir, frio extremo, apatía, sensibilidad a los sonidos, hiperactividad.  
¿Qué hacer cuando existe este caso en el árbol? Como toda otra circunstancia, los hechos se callan por vergüenza, por miedo, por los juicios que se hacen. Por lo que  es necesario que sea cual sea la información debe ésta normalizarse, sacarse a la luz.
Un niño nacido muerto, abortado (sea de forma natural o no), un bebé fallecido, debe reconocerse en el árbol dándole su espacio, su sitio como miembro del árbol, si no se le da ese sitio los restantes integrantes deben cubrir esos espacios con su propia energía, y a la larga la necesidad de “recordarle” saldrá en los descendientes de alguna manera, pues la información siempre termina por salir. Mantener secretos en el árbol enferma más de lo que ayuda.
El niño no nacido debe tener su espacio, su sitio, su recuerdo en la memoria familiar, debe asignársele un nombre, hablarle, decirle qué lugar ocupa en la familia, quienes son sus hermanos/as. El duelo se completa con una meditación o un acto psicomágico en el que se plante una planta en su honor, se entierre algo, lo que la persona sienta correcto para poder cerrar el ciclo.
El resto de la familia, en especial los hermanos y sobre todo el nacido inmediatamente después, deben saber la historia. Un niño gestiona esta información sin problemas, igualmente si se le oculta lo sabe inconscientemente, pues los niños pequeños están conectados a la madre y viven las emociones de ésta como propias.

Acto psicomágico de duelo por pérdida de hijo no nacido o bebé
Toma una ducha, con consciencia de que esa ducha es una ducha de energía superior que elimina todo lo negativo en ti y lo envía a la madre tierra para que transmute. Visualiza que tu coronilla se abre para recibir energía superior y que de tus pies sale toda la energía disonante que hay en ti.
Luego de la ducha, en un sitio sola, tranquila y en total silencio sabiendo que nadie ni nada va a interrumpirte, enciende una vela del color, aroma, tamaño que sientas y nómbrala con el nombre que has puesto al bebé.
A continuación cierra tus ojos y conecta con tu interior, llega hasta el núcleo de esos sentimientos que has ocultado, no expresado y comienza a escribirle una carta dirigiéndote a ese bebé por su nombre.
Es una carta de reconciliación, de perdón interior, de amor.
Cierra la carta despidiéndote con amor, dándole permiso para irse de ti y animándole a seguir el camino en paz con la tranquilidad de que tú su madre le amas y acompañas con tu amor. No reprimas ninguna emoción ni el llanto si te sobreviene, permítete sentir tus emociones, deja que se expresen, hace tiempo están esperando salir, permite que salgan, mira tus emociones con amor, sin resentimientos, sin dolor, sin culpa, deja que salgan y despídete de ellas también.
Visualiza cómo tu bebé se aleja caminando, con una sonrisa te saluda con la mano, puede ser que en ese momento veas a otro miembro de la familia que se acerca y le toma de la mano para seguir caminando juntos.
Deja que la vela se consuma completamente y luego quema o rompe la carta y pon sus restos en una maceta o sitio donde encima plantes y crezca algo bonito.

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