Duelo para hijos no nacidos:
Ya hemos hablado de la importancia que tiene la información dentro
del árbol familiar. Nosotros, lo que nos rodea, todo, es energía, energía en
forma de información. La energía ni se crea ni se destruye sino que se
transforma de estado. Creer que mantener algo en secreto y callar por el
beneficio de otros pensando que si no saben algo es mejor para ellos, es una equivocación,
la información nunca se pierde y siempre se manifiesta.
Los secretos del árbol siempre terminan por aflorar, solo
que lo hacen de maneras que no llegamos a correlacionar con aquellos hechos, más
si éstos se han mantenido en secreto y los desconocemos. Así es como
encontramos enfermedades, síntomas, situaciones conflictivas en las vidas de
los descendientes.
Como muchas otras circunstancias en el árbol se suelen
callar las muertes de niños muy pequeños, recién nacidos o los que no nacieron
(un aborto provocado o no, es lo mismo para el inconsciente que no distingue
entre ellos).
Estos niños no nacidos, fallecidos apenas nacer o nacidos
muertos, se mantienen en un secreto familiar. El hecho de mantener el secreto
para no hablar de ello y no remover el dolor, hace que la madre pase por una situación
traumática con sentimiento de soledad, de no ser oída, de no poder expresar sus
emociones, por lo que el duelo correspondiente se ve truncado en un proceso que
en otras circunstancias aunque doloroso podría realizarse con normalidad. Esta carga
de información del niño no nacido queda “latente” a la espera de que alguien más
se haga cargo de ella. Dado que se ha perdido a un miembro de la “tribu”
familiar lo habitual es que la biología busque un reemplazo del miembro perdido y es cuando tiene lugar un
nuevo embarazo. Claro que éste nuevo ser no solo va a tener su propia información
sino también la de aquel que no llego a expresarla por motivos de su muerte.
La madre que no ha podido realizar correctamente el duelo anterior,
durante el nuevo embarazo recrea todo el miedo, dolor y sufrimiento que vivió
en el embarazo anterior, información que queda plasmada en el inconsciente del
nuevo ser. Este nuevo hijo nacerá con su propia información más una mochila
extra de información, en BNE se conoce normalmente con el nombre de Fantasma. En
realidad es una carga de información no otra cosa, pero esa información puede
manifestarse en el niño con síntomas por ejemplo de bruxismo, problemas con el
sueño, posturas no habituales a la hora de dormir, frio extremo, apatía, sensibilidad
a los sonidos, hiperactividad.
¿Qué hacer cuando existe este caso en el árbol? Como toda
otra circunstancia, los hechos se callan por vergüenza, por miedo, por los
juicios que se hacen. Por lo que es
necesario que sea cual sea la información debe ésta normalizarse, sacarse a la
luz.
Un niño nacido muerto, abortado (sea de forma natural o no),
un bebé fallecido, debe reconocerse en el árbol dándole su espacio, su sitio
como miembro del árbol, si no se le da ese sitio los restantes integrantes
deben cubrir esos espacios con su propia energía, y a la larga la necesidad de “recordarle”
saldrá en los descendientes de alguna manera, pues la información siempre
termina por salir. Mantener secretos en el árbol enferma más de lo que ayuda.
El niño no nacido debe tener su espacio, su sitio, su
recuerdo en la memoria familiar, debe asignársele un nombre, hablarle, decirle
qué lugar ocupa en la familia, quienes son sus hermanos/as. El duelo se
completa con una meditación o un acto psicomágico en el que se plante una
planta en su honor, se entierre algo, lo que la persona sienta correcto para
poder cerrar el ciclo.
El resto de la familia, en especial los hermanos y sobre
todo el nacido inmediatamente después, deben saber la historia. Un niño
gestiona esta información sin problemas, igualmente si se le oculta lo sabe inconscientemente,
pues los niños pequeños están conectados a la madre y viven las emociones de
ésta como propias.
Acto psicomágico de duelo por pérdida de hijo no nacido o
bebé
Toma una ducha, con consciencia de que esa ducha es una
ducha de energía superior que elimina todo lo negativo en ti y lo envía a la
madre tierra para que transmute. Visualiza que tu coronilla se abre para
recibir energía superior y que de tus pies sale toda la energía disonante que
hay en ti.
Luego de la ducha, en un sitio sola, tranquila y en total
silencio sabiendo que nadie ni nada va a interrumpirte, enciende una vela del
color, aroma, tamaño que sientas y nómbrala con el nombre que has puesto al
bebé.
A continuación cierra tus ojos y conecta con tu interior, llega
hasta el núcleo de esos sentimientos que has ocultado, no expresado y comienza
a escribirle una carta dirigiéndote a ese bebé por su nombre.
Es una carta de reconciliación, de perdón interior, de amor.
Cierra la carta despidiéndote con amor, dándole permiso para
irse de ti y animándole a seguir el camino en paz con la tranquilidad de que tú
su madre le amas y acompañas con tu amor. No reprimas ninguna emoción ni el
llanto si te sobreviene, permítete sentir tus emociones, deja que se expresen,
hace tiempo están esperando salir, permite que salgan, mira tus emociones con
amor, sin resentimientos, sin dolor, sin culpa, deja que salgan y despídete de
ellas también.
Visualiza cómo tu bebé se aleja caminando, con una sonrisa
te saluda con la mano, puede ser que en ese momento veas a otro miembro de la
familia que se acerca y le toma de la mano para seguir caminando juntos.
Deja que la vela se consuma completamente y luego quema o
rompe la carta y pon sus restos en una maceta o sitio donde encima plantes y
crezca algo bonito.