Entramos en diciembre, el último mes de nuestro calendario, un mes importante, donde mucha gente suele hacer balance del año, de logros y metas obtenidas, de nuestro estado de salud.
Y también es época de replanteamientos, de nuevos proyectos e iniciativas, de establecer objetivos, de retomar las riendas de nuestra vida con fuerza, confianza, seguridad y fe en nosotros mismos.
En el hemisferio norte (invierno) de donde parten las festividades típicas de estas épocas, se agradecía a la madre naturaleza por todos los frutos que había provisto, se adornaban los arboles con los frutos de estación, era un tiempo de recogimiento, de introspección, de agradecer, bendecir los alimentos y regalos que la naturaleza daba, y una época en la que todo se ralentizaba para cobrar fuerza para el siguiente nuevo ciclo.
La vida tiene ciclos y hay que saber acompasarse a ellos, los hay altos y los hay bajos, y ningún de ellos perdura por siempre, porque la rueda siempre gira y gira.
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