martes, 21 de febrero de 2017

Todo tiene un para qué

"El único sobreviviente de un naufragio llegó a una pequeña isla deshabitada. Oraba fervientemente y le pedía a Dios que lo rescatara. Todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta nunca llegaba. Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabaña para protegerse, y proteger sus pocas posesiones. Pero entonces un día, después de andar buscando comida, regresó y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo. Lo peor que había pasado, es que todas las cosas las había perdido. Él estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía: ¿Cómo pudiste hacerme esto? Y se quedó dormido sobre la arena. Temprano a la mañana siguiente, escuchó
asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Venían a rescatarlo, y les preguntó: Cómo sabían que yo estaba aquí? Sus rescatadores le contestaron: Vimos las señales de humo que nos hiciste. Es fácil enojarse cuando las cosas van mal, pero no debemos sentirnos derrotados, victimas, o castigados, porque Dios está trabajando en nuestras vidas, en medio de las penas y el sufrimiento.
Recuerda la próxima vez que tu pequeña choza se queme... puede ser simplemente una señal de humo que surge de la gracia de Dios." Desconozco el autor de este ilustrativo relato, espero les guste.
Lcda. Verónica Goyena
Acompañante en Bioneuroemoción ®
Granada, España

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